FUENTE: Sportlife

La sudoración en sí misma no es otra cosa que uno de los principales mecanismos de regulación de nuestra temperatura. Cuanto más elevada es esta, más tiene que trabajar nuestro cuerpo para mantenerse estable. El tiempo que debe transcurrir desde que terminamos la práctica deportiva hasta que podemos ducharnos depende de varios factores: la temperatura externa (a mayor temperatura, la transpiración también será mayor. El cuerpo comienza a controlar la temperatura expulsando calor a través de la piel, y la condensación de esa evaporación es lo que denominamos "sudor") , la intensidad que hemos tenido en el deporte (más intensidad, más sudor) y nuestra genética (aunque puede cambiarse por el entrenamiento, que logra que todos los sistemas de control funcionen de forma eficaz; es muy habitual que los deportistas comiencen a sudar rápidamente pero la temperatura sube muy poco y el organismo es muy eficiente manteniéndola donde debe estar).

Si nos duchamos nada más para de entrenar, saldremos de la ducha y seguiremos sudando, sobre todo en ambientes más cálidos, pero si esperas demasiado tiempo y el tiempo es frío podemos resfriarnos. Lo mejor es esperar a que la transpiración termine y ducharte inmediatamente después. Un truco cuando hace frío es esperar este tiempo con una nueva camiseta para evitar el  riesgo de enfriamiento.

Respecto a la temperatura del agua, si te duchas con agua muy fría, en lugar de cortar el sudor se producirá el efecto contrario: sudarás un poco más. La piel se enfría en exceso y el organismo envía calor para mantener la temperatura. ¿Lo ideal? Empezar con agua tibia y terminar con la temperatura que le guste. Si el esfuerzo ha sido muy intenso, darte agua fría en las piernas durante un par de minutos te ayudará en la recuperación. Y otro truco para terminar, es muy importante continuar hidratándote después de salir de la ducha (bebe al menos medio litro de bebida isotónica).