Usabal

Boletín de actualidad Fecha: 10-11-2017




Muerte súbita cardíaca en el deporte: el cardiólogo responde

Muerte súbita cardíaca en el deporte: el cardiólogo responde

FUENTE: Sportlife
El deporte es bueno para tu salud general y dejarlo no es la mejor manera de protegerte contra la muerte súbita. El Dr. Jordi Trías, cardiólogo especialista en muerte súbita resuelve tus dudas y te cuenta cómo podemos prevenirla.

Antes de entrar en materia, en un tema realmente triste y de gran carga emotiva, quisiera dar buenas noticias: hoy día está bien establecido que el deporte es bueno para la salud; consigue controlar la epidemia de obesidad(objetivo de todos los gobiernos), ayuda a controlar mejor las cifras de tensión arterial, mejora el perfil lipídico y aumenta la sensibilidad a la insulina, con lo que las personas que practican deporte es más difícil que se conviertan en diabéticos. Con la mejora de todos esos factores de riesgo cardiovascular, se reduce la incidencia de muerte por enfermedad coronaria, infarto de miocardio, en un 50% cuando pasamos de los 50 años.
 
El deporte también reduce la incidencia de cáncer de colon y próstata, retarda el comienzo de la demencia y, en muchos casos, actúa como antidepresivo. Además, las personas que hacen ejercicio físico moderado (por ejemplo, caminar a un paso ligero de 6 a 6,5 km/h) durante 30 min, 5 días a la semana, durante años, suelen vivir entre 5 y 7 años más de media que los sedentarios que no se ejercitan para nada.

¿QUÉ ES LA MUERTE SÚBITA?
Se considera muerte súbita en el deporte (MSCD) aquella muerte por causas naturales (no traumática) de carácter inesperado en una persona previamente sana y en buen estado de salud o forma física, ocurrida durante el ejercicio físico o durante la primera hora posterior (con testigos), o durante las siguientes 24 horas si no los hay. Hay grupos que contabilizan también cualquier fallecimiento durante el ejercicio físico del deportista o fuera de él y también los paros cardíacos súbitos (PCS) recuperados.

¿ES MUY FRECUENTE?
Los datos varían ampliamente según las definiciones anteriores, según el sistema de recogida de casos (hay estudios publicados que detectan los casos de MSD a través de lo publicado en los medios con lo cual la incidencia se subestima claramente), y según los grupos de edad de los deportistas: la incidencia de MSCD aumenta progresivamente con la edad media de los grupos estudiados. De manera que en escolares estadounidenses puede ser de 0,5:100.000/año y entre corredores (43 años de media en los maratones) de 5-6:100.000/año.

Habitualmente, los grupos que más han publicado sobre este tema aceptan que la incidencia MSC en el deporte es de 1:50.000 personas/año. La raza, sexo, tipo de deporte, intensidad del mismo, además de la edad ya comentada, hacen variar la incidencia. Por ejemplo, si uno es varón, de raza negra y jugador de baloncesto, tendrá claramente más probabilidades (1:3.000/año). Es más frecuente en varones que en mujeres, en proporción 9:1; en el grupo de edad de 14 a 35 años (jóvenes) el 40% de los que la padecen tienen menos de 18 años. Finalmente, lo más triste es que en el 80% de MSCD, nunca antes habían tenido síntomas –el fallecimiento repentino es la primera manifestación-.

¿AFECTA MÁS A UNOS TIPOS DE DEPORTISTAS QUE A OTROS?
En el Registro Español de Muerte Súbita en el Deporte, tras la publicación de los primeros 180 casos recogidos, se vio que el fútbol, ciclismo y atletismo son los deportes con más incidencia de MSCD en nuestro país, aunque la falta de unificación de datos y la no obligatoriedad de autopsias sistemáticas hacen difícil la interpretación.

¿CUÁLES SON SUS CAUSAS?
Entre los menores de 35 años, la inmensa mayoría de los fallecimientos se producen por enfermedades hereditarias o congénitas (aquellas en las que ya se nace con el defecto). La causa más común son las enfermedades del músculo cardíaco o miocardiopatías (miocardiopatía hipertrófica, miocardiopatía arritmogénica del ventrículo derecho, miocardiopatía dilatada) seguidas de las anomalías congénitas de las arterias coronarias (nacen del orificio equivocado de la aorta) y de trastornos eléctricos del corazón, indetectables en la autopsia normal, y que engrosan el porcentaje de las SAD (Sudden Arrhythmic Death) o muertes arrítmicas súbitas hasta un 30-35% de las causas según series (Síndrome del QT largo, Síndrome de Brugada, Taquicardia Ventricular Polimórfica catecolaminérgica…).

En mayores de 35 años, la inmensa mayoría fallecen de enfermedad coronaria aterosclerosa (infarto de miocardio) más frecuente como causa cuanto mayor es la edad. La causa última en todos los casos es una arritmia letal llamada Fibrilación Ventricular.

¿SE PUEDE PREVENIR Y SALVAR VIDAS?
Sí, claro que podemos. Los detractores de los programas de screening o detección de estas enfermedades argumentan entre otras cosas que la incidencia es muy baja, 1:50.000, y más vale dedicar recursos a otras cosas. Pero esa no es la cifra a debatir (porque ya están muertos). La cifra a tener en cuenta es que en una de cada 300 personas, jóvenes, deportistas, en las que hacemos un reconocimiento preparticipación (con electrocardiograma), hallamos una enfermedad de las descritas antes potencialmente letal, y en una de cada 100 una anomalía valvular no letal pero que puede darle problemas en el futuro.

El protocolo básico que recomendamos consiste en hacerse una historia clínica completa en busca de antecedentes familiares de muertes súbitas prematuras, exploración física, y un electrocardiograma de 12 derivaciones en reposo (ECG). Si el resultado lo recomendara, se practica ecocardiograma Doppler-Color, si es posible, in situ. Si se necesitaran pruebas más complejas (resonancias magnéticas, TAC, etc.) se remiten a otros Centros. El ECG es fundamental en personas jóvenes pues es capaz de detectar el 90% de las miocardiopatías y trastornos eléctricos, causas mayoritarias de las MSC a esa edad.

En cambio, en mayores de 35 años, la causa más frecuente es la enfermedad coronaria, que no se detecta con un ECG de reposo: en estos casos el programa de screening es el mismo añadiéndose un ECG de esfuerzo si esa persona tiene síntomas o tiene un riesgo cardiovascular alto.

Sin embargo, hay algunas patologías que se nos escaparán con este protocolo, por lo que los especialistas no tenemos duda: deben existir Desfibriladores Externos Automáticos (DEAs) en todas las zonas de entrenamiento deportivo.

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